viernes, 8 de abril de 2011

La dualidad del cisne

Los domingos por lo regular son días tranquilos, me dispongo a disfrutar de una película, la elegida  El Cisne Negro.

El comienzo tiene un ritmo muy pausado, escenas trilladas, cargadas de bailarinas en sus ensayos habituales, es en ese instante en que nos  preguntarnos por qué tantas líneas dedicadas a este filme. El ritmo de la misma sutilmente empieza a variar, adentrándonos de tal manera que olvidamos por completo su tiempo, y es allí donde el papel de Natalie Portman comienza a desdibujarse.

Nos muestra su mundo infantil, atesorado con extremo cuidado por su madre quien también fue bailarina, y por quedar  embarazada no pudo continuar su carrera, situación está que se convierte en esos favores impagables que perseguirán a nuestra protagonista hasta el final.

El Lago de los Cisnes es la columna vertebral en la cual el director de origen neoyorquino  Darren Aronofsky dirige a los actores para proyectarnos esa dualidad presente en los seres humanos. La lucha entre el bien y el mal, entre el fuerte y el débil, y es a esa lucha a la cual nuestra protagonista nos empuja, al ser escogida como la prima ballerina, para interpretar el doble papel.

Los trastornos de personalidad se hacen evidentes, la frigidez se pasea por escenas lésbicas, productos de su mente, el delirio de persecución y la ansiedad son estados emocionales que otorgan al filme un suspenso dramático que se desarrolla hasta llevarnos al clímax de los acontecimientos en un vaivén de emociones, escenas con cambios de iluminación, excelente manejo de la luz, como factor de encierro psicológico, destacan los primeros planos al rostro de Portman, estos nos conectan con la incertidumbre por la cual atraviesa, por la realidad de su inestabilidad mental.

La oscilación de la bailarina la transforma del ingenuo y dulce cisne blanco, de ese adagio pausado, al allégro infame y arrogante del cisne negro, cuyos movimientos nos hacen olvidar que la actriz solo presta a semejante interpretación su rostro.

Es uno de esos filmes que gustan a la audiencia, esos de los cuales el silencio se apodera de los cinéfilos o amantes del séptimo arte, y la extrañeza, sorpresa se apodera con gusto y gracia al espectador.

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